viernes, 19 de febrero de 2016

Ecos




El sonido de la ventana chocando contra el marco de la madera, mientras el viento te lleva el suave pulular de las hojas contra los arboles

Estar en un país extranjero y escuchar a la gente hablar sin entender una palabra, y saber que puedes hacer o decir lo que quieras, porque te protege ese completo anonimato. 

El sonido de su risa, cuando lo que se ríe es de verdad su alma, el momento en el que ya simplemente no suenan carcajadas, sino ruidos inconexos de felicidad pura



El tímido sonido de un botellín al abrirse, y de fondo, la voz de tus amigos contando alguna anécdota que has escuchado mil veces pero de la que te volverás a reír mil una.

La música en directo, en un pub perdido, abrigándote del frío ese que cala hasta los huesos fuera, y haciéndote sentir un poquito más cerca del mundo

El chocolate al partirse y la cuchara al mover el azúcar bajo el café.

El sonido de una calada, cuando el tabaco se quema, y notas el candente chisporreo que le acompaña

Un lápiz sobre un papel en blanco, que esperan unirse para siempre en una hoja que acabará perdida en cualquier cajón

La lluvia, por muy tópico que suene, chocando con fuerza contra el techo, tratando de hacer un agujero y llegar hasta ti, mientras el calor te atrapa

Estar en el cine y tratar de no hacer ruido con las palomitas, porque joder, esa escena necesita ser escuchada con tu atención más pura.


Tus susurros sobre mi oreja, el descubrir una nueva canción que te toca el corazón, el agua caliente de la ducha sobre tu piel en un día helado, el respirar por la calle y que te salga vaho por la nariz. Recordar viejos mensajes, y escucharlos en tu mente con la voz de aquel que te los envió.  Las pulsaciones de tus dedos sobre el teclado del ordenador, como el más ávido pianista, cuando una tímida y pequeña inspiración llama de pronto a tu puerta. El completo silencio de la madrugada, que te hace sentir la única persona de toda la tierra. 

Notar tu corazón latiendo como si se fuera a escapar del pecho, como si fueras a morir en ese segundo exacto de puro éxtasis.

El descubrir, finalmente, como lo extraordinario se encuentra en cada momento dentro de lo cotidiano