martes, 15 de abril de 2014

De barreras

Una barrera invisible les separaba. 
De esas vallas imaginarias que son las más difíciles de saltar.



Algo les hacía desechar instantáneamente la idea cada vez que se planteaban aproximarse más de lo normal.
Hasta que de pronto cambio su visión, un día dejaron de pensar en sus limites. 
Debían salvarse, o ellos o la frontera.
Se dieron cuenta de que había pequeños recovecos por los que estaban deseando pasar, explorar qué ocurría al otro lado, eso que les atraía y atemorizaba a la vez. Como mosquitos aproximándose a la luz. 



De repente, sin saber muy bien cuando, echaron abajo la valla con un suspiro, no era tan fuerte e inabarcable como ellos pensaban.
Se dieron cuenta del nuevo mundo que tenían por descubrir y que ellos mismos se habían negado a conquistar durante tanto tiempo. 
Se pusieron manos a la obra. 

Conforme pasaban los días iban olvidando la existencia de esas antiguas fronteras, hasta que descubrieron, no sin sorpresa, que la barrera no desapareció, sino que lentamente se había ido moviendo hasta rodearlos. 
Abrazándolos sin aislar, estrechando sin encerrarlos. 

Haciendo, simplemente, que cada vez les costara un poquito más separarse el uno del otro.