lunes, 30 de diciembre de 2013

Claqueta y... ¡¡ACCIÓN!!





Supongámonos en invierno, supongamos con ello mucho frío, supongamos un montón de cosas pendientes y escasas ganas de hacerlas, supongamos una taza que desprende calor y un sofá que nos llama a serle fieles. Imaginemos por un segundo una gran necesidad de olvidarse del mundo. Claro está solo son suposiciones, pero estas pequeñas imágenes se empiezan a confabular para destrozarme, o quizás ayudarme a hacer más llevadero, estos helados días.

Supongamos también por ultimo la guinda del pastel, CINE, miles y miles de películas que se agolpan para cambiarte la vida, para hacerte reír, llorar, enamorarte u odiar. Para hacer que vivas mil experiencias sin moverte de tu sofá. Películas que después de verlas se quedan ya dentro, y a saber qué o quién podrá sacarlas de ahí cuando menos te lo esperes. Leí no hace mucho que hay libros que te recomiendan a personas, empiezo a pensar, que esta curiosa actividad también se realiza en el séptimo arte.

Qué mejor que invierno, vacaciones de navidad, bajas temperaturas y soledad (se acepta también compañía, pero siempre que vivan cada escena, no se avergüencen por llorar con los más tontos sucesos y no lo comenten todo) Que mejor momento para abandonarte un día, pasarlo en pijama, con un moño y sin sujetador, devorando todas y cada una de las vivencias que esos amigos breves y a la vez cercanos tienen la amabilidad de enseñarnos.

Una vez conocí a una persona que categorizaba las películas en estaciones, para él las películas más solemnes, las obras de arte, se presentaban en otoño e invierno, mientras que aquellas más llevaderas, fáciles y frescas eran para primavera y verano. Más o menos como lo que produce cada estación en si. Un día tras hablar sobre esto me plantee cuales eran mis películas-estaciones, pero ninguna llegó a concordar con lo dicho por mi amigo. Otoño fue sencillo, tengo una costumbre tonta, y es que para mi las hojas no empiezan a caerse hasta que no veo Chocolat, lo sé, no es la mayor obra maestra del cine, pero me produce esa calidez a la vez que frío que es para mi la estación color chocolate. 


Sin embargo con las otras estaciones me tuve que parar a pensar, en invierno se entremezclaban tantas, desde Love actually hasta La lista de Schindler, lo se, ya lo se, no tienen absolutamente nada que ver, pero son invernales, y a la vez te recuerdan que hay esperanza en el ser humano, además la niña del traje rojo es mi vaticinio de la primavera. Pero ahí comenzó mi caos, y ahora ¿qué era primavera? ¿Grease o Con faldas y a lo loco? ¿Y donde metía a Pulp Fiction? ¿Y desayuno con diamantes? ¿Cadena perpetua? ¿Toy story? ¿El padrino? ¿Mi eterna Casablanca? 
Era incapaz de tener una película favorita, ni siquiera cuatro.

La vida es un poco eso, no hay un hecho circunstancial que nos cambie, ni una persona que nos lo haya enseñado todo, cada pequeño gesto que vemos, cada frase que leemos y declaración que oímos se amoldan a nuestra propia esencia, algunas ni siquiera las recordaremos, pero lograran hacernos quien somos, cada día nos muestra algo nuevo y en cada persona que conocemos se encuentra el poder de cambiarnos la vida.

- No puedo hacer esto.

- Lo sé. Ha sido un error. No deberíamos ni haber llegado hasta aquí... Pero henos aquí, igual que en las grandes historias, señor, las que realmente importan, llenas de oscuridad y constantes peligros. Esas de las que no quieres saber el final, porque ¿cómo van a acabar bien? ¿Cómo volverá el mundo a ser lo que era después de tanta maldad como ha sufrido? Pero al final, todo es pasajero. Como esta sombra, incluso la oscuridad se acaba, para dar paso a un nuevo día. Y cuando el sol brilla, brilla más radiante aún. Esas son las historias que llenan el corazón, porque tienen mucho sentido, aun cuando eres demasiado pequeño para entenderlas. Pero creo, señor, que ya lo entiendo. Ahora lo entiendo. Los protagonistas de esas historias se rendirían si quisieran. Pero no lo hacen: siguen adelante, porque todos luchan por algo.

Fragmento El señor de los anillos: Las dos torres (2002)